Consigna: Escribir un texto sin puntos y aparte.
Intento de explicación de la consigna: Ignoro si la propuesta tiene que ver con técnica o con oficio, me inclino por esta última porque adivino que la música de la escritura es algo que nos va saliendo de a poco: conforme escribimos y escribimos aprendemos a ejecutar un instrumento que suena con armonÃa, con ritmo; juntamos palabras en frases que no sólo no requieren apretar fuerte enter para cortarlas sino que tienen una música que invita a seguir escuchándolas, a agregarles palabras e ir encadenando conceptos, y asà comenzamos escribiendo acerca de un tipo que en la escalera del subte se agacha para atarse los cordones y casi sin darnos cuenta en la misma frase hablamos del tema que intepreta un pibe con acordeón en el andén, y antes de que salga el subte recorremos las calles en las que solÃamos silbar esa canción... ¿cuándo pasó esto? ¿cómo es que la oración no termina y sin embargo podemos respirar y seguir escribiéndola, seguir leyéndola? y ni terminamos de plantearnos esto porque seguimos escribiendo, no nos podemos bajar del ritmo y seguimos interpretando la melodÃa.
Ejemplos: tenemos de todo, está el que te llena diez páginas antes de poner un punto y el que va mechando con punto y seguido pero sin perder el ritmo. Van algunos ejemplos que, como siempre, pretendo que sirvan para entender la consigna y para disparar ideas y no para limitarlos: copien, rompan, inventen.
"Una segunda oportunidad", Lydia Davis (pueden leerlo acá).
"Mishiadura en Aries", Isidoro Blaisten (¡compren Dublin al Sur!), copio un pedacito del cuento:
"Pero usted, cuando va al cine, ¿qué hace? SÃ, sÃ, ¿qué hace? ¿Cómo las compra? Yo, no. Yo voy y las compro a mitad de precio. Un paso previo. SÃ. Siempre. El establishment de la mishiadura. No exactamente. Buen, mitad de precio, mitad de precio, no necesariamente. Éste es un eufemismo más de la sociedad de consumo burguesa. Después usted tiene que ir y pagar todo el rosario de impuestos. Sà le digo. Y ¿sabe lo que le dan a la postre? Mire, le dan un tarjetón asà que dice bien grande: gratis. ¡Claro que usted paga! Pero ahà tiene, ¿ve? Parece fácil pero no es. Mire, esta chica lo explicaba muy bien: hay una estructura socializante. ¡Qué tiene que ver Palacios con esto! SÃ, es anterior. Pero no, ésos son proyectos. Proyectos de leyes. Escuche: dentro de la estructura socializante, a la sociedad, la sociedad de consumo burgués, le conviene que haya muchos neuróticos. ¿Por qué, se preguntará usted? Muy sencillo. Porque entonces de masoquistas, pasan a ser sadistas. Ahora lo va a entender. Tiene mucho que ver. El boletero del cine tarda a propósito antes de entregarle la entrada que dice gratis, para que todos los que están en la cola tengan tiempo de mirarla bien. ¿Qué es entonces el boletero? El boletero es un sadista. ¿Por qué es un sadista? Porque en su casa es un masoquista. La mujer le rompe las bolas, nunca le alcanza la plata, en fin, lo de siempre. Entonces el tipo descarga su neurosis en una vivencia agresiva. Ahora, ¿a la sociedad socializante le convienen tipos asÃ? Claro que le convienen. Son la carne de cañón, papa. Me extraña. Van a Vietnam con una polenta bárbara. Es toda la bronca acumulada. ¿Se da cuenta?"
Glosa, Juan José Saer. Copio el tercer párrafo de la novela:
"Ha, entonces, bajado, no sin entrechocarse en su apuro con algunos pasajeros que trataban de subir, generando en ellos una ola efÃmera de protestas indecisas, ha esperado que el colectivo azul arranque y, metálico, atraviese el bulevar en dirección al centro, ha cruzado, atento, las dos manos del bulevar separadas por el cantero central, mitad jardÃn y mitad embaldosado, sorteando los coches que corrÃan, plácidos y calientes, en ambas direcciones, ha llegado a la vereda opuesta, ha comprado en el quiosco de cigarrillos un paquete de Particulares y una caja de fósforos que se ha guardado en los bolsillos de su camisa de mangas cortas, ha recorrido los pocos metros que lo separaban de la esquina, a la que ahora acaba de llegar, doblando y comenzando, de cara al Sur, en la vereda Este, es decir, a esa hora, la de la sombra, a caminar por San MartÃn o sea la calle principal, las dos veredas paralelas que, a medida que van llegando al centro, se van abarrotando de negocios, casas de discos, zapaterÃas, tiendas, sederÃas, confiterÃas, librerÃas, bancos, perfumerÃas, joyerÃas, iglesias, galerÃas, cigarrerÃas, y que, en los dos extremos, cuando el grumo de negocios se adelgaza y por fin se diluye, exhibe las fachadas pretenciosas y elegantes, incluso, algunas, por qué no, de las casas residenciales, no pocas de las cuales se ornan, a un costado de la puerta de entrada, con las chapas de bronce que anuncian la profesión de sus ocupantes, médicos, abogados, escribanos, ingenieros, arquitectos, otorrinolaringólogos, radiólogos, odontólogos, contadores públicos, bioquÃmicos, rematadores —en una palabra, en fin, o en dos mejor, para ser más exactos, todo eso."
Donde comienza tu infinito?
No existe un modo conveniente de producir objetos inútiles, FotografÃa no es abstracción, El noema de la fotografÃa es bastante simple: comprensión y conocimiento del mundo y de la experiencia estética representacional, La repetición no hace totalidad, hace serie, Lo fotográfico, se dirime entre copias seriadas u originales únicos, Los daguerrotipos son copias originales únicas no multiplicables, Su invención fué un desarrollo de Nicéphore Nièpce quien tuvo el mérito de la obtención, en el año 1822, de la primer imagen óptica duradera, única e inalterable de la historia, conjugando dos experiencias discÃmiles como las sustancias sensibles a la luz y la cámara oscura, utilizando placas de peltre y capturando luego de ocho horas de exposición sobre…
Otra vez con la misma cantaleta, otra vez el mismo discurso vacÃo, carente de sentido y de coordinación, el mismo murmullo monótono que me percute los oÃdos, la mente y toda la tranquilidad que se me va haciendo añicos, cae estrepitosamente sobre el suelo y la voy triturando a medida que sigo dando vueltas en cÃrculos por la misma habitación en la que estoy desde hace cuatro horas, con los pulmones deshechos por el mal olor de lo definitivo, por la asfixia de lo apremiante, y la lengua seca de tanto callar letras, mientras su voz sigue reverberando en la otrora paz de nuestro hogar, repitiendo el eco sombrÃo de sus palabras que mucho tienen de reclamo y poco tienen…
El pánico a la hoja en blanco
¡Tengo que escribir! Tengo que escribir porque se me acerca el deadline. ¡Más que cerca lo tengo encima! Hace un año que vengo leyendo sobre el tema, asistiendo a seminarios, escuchando exposiciones y no hay caso. No puedo iniciar la primera oración. Esa bendita primera oración que permite que todo fluya. Puede ser que la cuestión no me interese. SÃ, es muy probable. Pero yo escribo sobre lo que me digan, a favor o en contra, y mezclando las dos posiciones al mismo tiempo también. Lo cierto es que estoy desconcertada. No sé por dónde comenzar. Bueno, en realidad, no sé qué decir. El problema es que no puedo pedir prorroga porque e…
cruzaron la frontera de Perú con Ecuador, de Tumbes (en el norte de Perú) iban a hacer un alto recién en Machala, pero el bus de desvió por Santa Rosa hacia un lugar que ninguno de los siquiera habÃa oÃdo hablar, y al ver la reacción del resto de los pasajeros notaron que no era nada bueno, el aire de repente pasó a ser asfixiante, el paisaje pasó de árido y desértico a selvático… JM fue a hablar con el acompañante del conductor, que le explicó que no podÃan hacer nada, que lo lamentaba mucho y nadie más que él quisiera estar en otro lugar en ese momento, le cuenta que su hijo habÃa nacido hacÃa unos dÃas y este…
Buen dÃa, Mabel, siempre madrugando usted, eh, ¿qué va a llevar? Buen dÃa, Carlos, ¿cómo anda su papá? Muy bien, gracias por preguntar, ayer lo trajimos de vuelta a la casa. Ay, cómo me alegro, dejele un saludo de mi parte, deme dos kilos de papa, y un pedazo de zapallo. Asà está bien. SÃ, ¡ay, Los mareados!, qué lindo tango es este…, siempre le quiero preguntar qué audición pone que cada vez que vengo hay tango… y después me olvido… cebolla y zapallitos, un kilo de cada. Radio nacional, toda la mañana a puro tango. La voy a poner, en casa, a mà me encanta el tango… ¿Sabe bailar, Mabel? Un poco, sÃ, bailaba con mi papá… ahora hace…