Darle cuerpo a algo que no lo sea material, hacer que algo abstracto se encarne en un objeto.
que alguien junte pedazos de miedo
que en una máquina expendedora se puedan obtener sentimientos
odio que crece en árboles
delivery de felicidad por docena
etcétera, las posibilidades son infinitas.
Longitud sugerida: 1000 a 10,000 caracteres
Sugerencia: tratar de que nuestro asombro por estos sentimientos y emociones materializados no se vuelque al texto: en el relato el objeto que encarna a lo abstracto debe ser algo natural, cotidiano, no debe causar asombro. Y por eso mismo tal vez (no lo sé, queseyó) no valga la pena describirlo en detalle
Un posible ejemplo de la consigna es el cuento "La salvación" de Isidoro Blaistein. Bah, no sé si es un buen ejemplo, pero es un cuentezo y quería incluirlo.
Lo pueden leer acá o escuchar acá o guglearlo o comprarlo (Está en Dublín al Sur, 1980 y en La Salvación, 1972).
Bonus: Notar en La Salvación cómo Blaistein maneja los personajes ('el hombre' y 'el viejo') y los diálogos, cómo va mechando la conversación en el relato. El texto tiene también bastante de "show don't tell", excepto en algunos momentos (por ejemplo, al principio dice "el hombre ya empezaba a ponerse nervioso") ... piensen en cómo rehacer esa frase en estilo show don't tell, relatando lo que pasa para que el lector deduzca que el hombre estaba poniéndose nervioso.
que nace de la semilla que nos hace caer?
el holoceno nos toca, nos conduce, nos deviene, somos fuerzas encontradas, un punto en expansión desde un punto en extinción, una fuga, vector veloz sin dirección precisa, allá vamos, hacia el futuro que es hoy, que ya pasó, somos el post futuro, una nueva versión de nosotros mismos, una acumulación de ensueños y escombros que construyen el ser, un ave de vuelo alto y vista aguda y la hormiga ciega y charlatana. Cada nuevo nivel de conocimiento
nos hunde más en la ignorancia. Somos una mota en el damero absurdo. Somos lo que no, lo que suponíamos ser no somos, nos desdoblamos como un guante fiel, atravesados como venimos por un…
Sacó del freezer unos cubitos de miedo para ponerle al vino. Sabe que es un acto de afirmación personal y blanco de críticas de los sommeliers de hábitos, pero también sabe que es necesario, a veces, ponerle un poco de frío al brío que le presta el malbec.
El bordó se aclara, hay una calidez apagada que pasa por tu garganta, también lo tomas más lento porque el miedo te paraliza (o, a veces, te puede hacer huir).
Luchar, huir o paralizarte. La mejor decisión para una persona impulsiva es paralizarse un poco. Someterse al hielo.
Porque para huir habrá tiempo.
Te pasa a buscar en su auto. Tiene una camisa a cuadritos. Te apuras a darle un beso. El…
Así la encontró la primera vez, caminando por el parque, despreocupada, inconscientemente bella, mientras su cuerpo despedía frondosas nubes de feromonas que los niños pateaban como pelotas a modo de diversión. Todo en ella brillaba en extremo y resaltaba su figura por sobre el resto de los mortales presentes en aquel atardecer idílico. Él atenuó el contraste de la imagen con una aplicación de celular que acababa de descargar y pudo observar el perturbador paisaje de su belleza sin igual. Tan fuerte se sintió golpeado por la hermosura de la joven que trastabilló hacia atrás y cayó sobre sus espaldas, aplastando su orgullo y profiriendo un lastimoso quejido que crujió como una madera seca. Ella se acercó, quizás alarmada por…
Pone la caja sobre la cama y se sienta en el piso sin dejar de mirarla. Tiene su nombre escrito en una letra adorable. Es la primera vez que ve esa letra pero la hubiera identificado sin dudar de haberla visto antes. Solo su nombre en marcador negro altera la textura dorada del papel madera. Varias vueltas de piolín amarillo pasan justo entre la R y la N. No, no es piolín, es algo más engomado, menos suave, más fuerte. La caja es más grande de lo que esperaba. ¿Esperaba algo? Sí, ahora espera, es una novedad esperar. Irene, después de la primera salamandra, le devolvió la espera. La ansiedad de la espera. La magia de esperarla.
Irene: finalmente su…
Ya había decidido que el garaje necesitaba ordenarse.
Hacía mucho que esa habitación acumulaba cosas suyas, y del resto de la familia que por cuestiones de poco espacio, èstos los iban acarreando a su espacio, porque suponíanque allí sobraba espacio.
Ese garaje no solo estaba habitado por los artefactos de uso cotidiano como aspiradora, hidrolavadora, herramientas, escaleras, sino que además tenía un mundo de cajas llenas de diversas cosas. Desde juguetes de los hijos que ya partieron, hasta colecciones de revistas, de CDs, discos de vinilo, libros, estampillas, monedas y billetes de otros lugares y de otros siglos, en fin, un universo de varias generaciones de la familia.
También estaban arrumbados algunos objetos de susabuelos que siendo boticarios, le habían…