En la quebrada del desvelo,
a punto de escalar el monte del olvido,
tres días después del último eclipse,
unos minutos antes de que sea irreversible
fecho esta carta
Te escribo como si me escucharas porque de hecho sé que me estás escuchando. Porque te conozco lo suficiente como para saber que estás ahí cuando el viento me trae esta música inexplicable. Ráfagas de limonero. Nunca hay viento en las esperas y sin embargo. Una vez más, todas las canciones hablan de vos y hablan de mí y eluden amablemente decir nosotros. Sea como sea, mis ojos estallan.
Empiezo mi viaje recordando que nunca te prometí nada. Y sin embargo todas esas noches de letras intentan desmentirme. Construimos un inmenso castillo de naipes, una carta por vez, sin preguntar hasta cuando y sin embargo se mantuvo firme y desafió a las tormentas. No sé si lo pensé así, si había un plan o todo fue una sucesión de coincidencias. Otra sucesión de coincidencias. Sí sé que siempre supimos que en algún momento el viento iba a ser demasiado fuerte y el desparramo no iba a pasar desapercibido. Así y todo, seguimos adelante, sin detenernos en quizás, en talveces o en quiensabes. Adelante siempre. Ahora empiezo mi viaje reconociendo que me estoy escapando. Y sin embargo.
No hay modo de explicar cómo empezó todo. Llegaste sin avisar, como todas las cosas que nos enamoran. Llegaste a golpear en la puerta de quien no está esperando nada, porque aprendió que esperar, más tarde o más temprano, siempre duele. Por eso la única certeza a la que adhiero es que la mejor forma de esperar es salir al encuentro. Entraste atropellando todas mis defensas, mis empalizadas, mis argumentos. Te dejé entrar porque no pedías perdón y tampoco pedías permiso y confieso que no me di cuenta de que entrabas como nunca antes, como nunca nadie.
Jugamos, es verdad, y parecía suave. Vos y tus ademanes, yo y mis adivinanzas. Vos y un gato que demora la noche en la ventana, yo y un águila que anticipa el amanecer en las cornisas. Saben las alturas como cotejarnos. Después te dije que me iba, porque siempre me estoy yendo, y ni siquiera entonces logré apartarte. La noche del eclipse, afilamos las espadas y combatimos como nunca. Te dije que iba a poner el mar en el medio y vos no preguntaste a dónde si no por cuánto tiempo. No pude decirte para siempre porque sé que no hay tiempo ni distancia que sean suficientes. Porque sabemos.
No sé qué va a quedar de mí cuando estas palabras se desangren en tus ojos. No sé cómo me vas a recordar cuando estas líneas desparejas se inmolen en tus manos. ¿Vas a velarlas con las coronas, con los pétalos, con las noches de música y silencio? ¿Vas a olvidarlas en las páginas de un libro? ¿Vas a quemarlas con los rescoldos de la última batalla? Como sea, apuesto mis plumas a que las guardes tatuadas en tus garras.
Ahora me toca desamarte, olvidarme del gusto que tu nombre me deja en los labios, desandar el camino de tus manos en mis rincones. Disimular mis cicatrices entre todos los demás trofeos. Cerrar el portal y desplegar las alas. Y hacerlo sabiendo que prefiero mil veces perderte que nunca haberte conocido.
No me creas si te digo que no duele.
Tremendo!! 👏
¡¡¡¡¡👏!!!!!
"sin detenernos en talveces o en quiensabes"