Las estelas de luz del cielorraso,
mi primera visión de la mañana.
Luego
el ventanal,
la enredadera verde
que resiste la fuga del verano.
El desayuno breve,
unas palabras,
un café que me llega de tu mano.
Y tus sueños de anoche, como un cuento
que escucho fascinado.
Otro momento.
Otro café.
El ruido de niños que despiertan,
las ruedas que se van poniendo en marcha
de otro día.
El diario de hoy, banal, sobre la mesa
con noticias de ayer que ya sabía.
Un beso, una caricia.
Despedida.
Y una pantalla oscura, todavía.