de la crónica policial
Los Fracassi tuvieron al barrio en un puño durante décadas, manejando cuanto negocio delictivo pasara por Mataderos, al mejor estilo de Al Capone.
Los Fracassi no hacieron honor a su apellido. Roberto, el viejo, comenzó como botellero. Algunos vecinos mayores del barrio de Mataderos lo recuerdan con un carro, comprando casa por casa botellas, diarios, esas cosas que la gente siempre quiere sacarse de encima. Dicen que era hábil en el regateo. Poco a poco fue creciendo, compró una camioneta, luego el galpón de la calle Larrazabal. Se empezó a rumorear que de las botellas y las demoliciones había pasado a otros negocios. En Mataderos todo el mundo respetaba a don Roberto, como se lo empezó a llamar. Conocía la calle, y como manejaba mucha plata informal -nada de la compraventa tiene factura- empezó a invertir en otros negocios, como la droga y la prostitución. La gente de esos ambientes lo reconocieron siempre como un hombre con códigos
Su hija Rosalía se puso de novia con un muchacho de apellido Pizzato. El tal Pizzato no era de muchas luces pero don Roberto lo puso a trabajar en uno de los galpones y lo que tenía Pizzato es que era estricto y no dejaba pasar nada. A veces había que sentarse y explicarle para que no le sacara los dientes a uno de los cartoneros que había querido cobrar de más.
El muchacho sabía que Rosalía era intocable pero quedó embarazada. Dicen que se llevó una buena paliza y una orden de casamiento. En esas épocas era imposible pensar otra solución en una familia decente. Él lleno de moretones y ella con la gestación insinuándose fueron al civil y a la iglesia.
Así ella se transformó en doña Rosalía Fracassi de Pizzato. Y al poco tiempo al a don Roberto le vino un ACV y quedó sin poder hablar ni moverse.
Así que empezó la disputa por el poder, pero entre la inteligencia de Rosalía y los puños de su marido, quedó claro quien era la única heredera de todo el imperio, lo que estaba sobre la superficie y lo de abajo.
Y Rosalía mostró más sangre fría que su propio padre. Hizo crecer el imperio, dominando la droga y la prostitución en toda la zona oeste de la capital. Los métodos empezaron a ser más despiadados y la justicia empezó a andar tras sus negocios.
Cuando la prensa se hizo eco de la muerte de Teresita Orsé, una protituta que fue encontrada salvajemente asesinada a golpes, fue separado el comisario encargado del caso, y un fiscal atrajo toda la atención porque siguió el caso hasta el fin. Se sucedieron los allanamientos, las detenciones y Rosalía, Pizzato y varios colaboradores fueron sentados en el banquillo.
Hoy el galpón de Larrazabal está en total deterioro. Roberto Fracassi falleció mientras se sucedía el juicio y su hija y yerno purgan condena en la cárcel. Sus negocios fueron arrebatados por otras bandas porque en el mundo del hampa cambian los nombre pero la lacra sigue.