(Gracias a Nick Hornby por la idea: una conversación entre dos personas en un baño público, un comienzo incómodo, una progresión convincente, un final revelador)
—Disculpame que te moleste… ¿ahí tenés papel? Porque acá se acabó…
—Sí, acá hay, dame un segundito que te paso por arriba de la puerta.
—No, no, dejá. Mejor espero que salgas, este bañito es un desastre. No se puede creer lo chanchas que somos las mujeres en los baños públicos…
—Bueno, no todas… Tampoco hay que generalizar A mí me gusta encontrar el baño limpio así que lo dejo limpio.
—Sí, tenés razón, yo también trato de cuidar la limpieza. Le voy a avisar a Cora de Mantenimiento para que reponga papel y de paso que arregle este enchastre.
—Listo, todo tuyo… mirá qué limpito te lo dejé… impecable.
—Sí, gracias… Ah, con razón no te conocí la voz… vos no sos de este piso... Yo creo que no te vi nunca...
—No, no me viste. Es la primera vez que vengo...
—Ah, recién entraste, felicidades… ¿Trabajas en el tercero? Ay, perdoname lo preguntona… Es que yo soy re amiga de Marita y no me contó nada de que había entrado gente nueva… Y eso que entre secretarias no hay secretos…
—No, no, yo no trabajo acá. Vine para terminar un trámite… Soy abogada.
—Ay, me voy a morir de vergüenza… ay, qué tarada que soy… no puedo ser tan boluda…
—¿Qué te pasó? ¿Necesitás algo?
—Ay, qué vergüenza… necesito un tampón… me acaba de venir… soy tan tarada… ¿Tendrás uno para prestarme? Te lo devuelvo enseguida, tengo en la cartera pero la dejé en el escritorio… Ni me imaginé que…
—A ver… sí, acá tengo, tomá por acá arriba, ¿llegás?
—Te lo devuelvo ahora. Salgo y voy corriendo a buscar la cartera.
—No te preocupes, no es necesario… ¿Por qué estás llorando? Si no es para tanto, che. No te vas a poner a llorar por un tampón…
—No, no estoy llorando… No es por eso que lloro… Es que… no me des bolilla… estoy un poco sensible, hace varios días que estoy así y yo creía que…
—¿...que estabas embarazada?
—¡Ay, sí! Pero vos cómo sabés, ¿se me nota? Ay, no, qué se me va a notar si no estoy... con lo que me había ilusionado…
—Bueno, no te angusties si no pudo ser… lo importante es seguir buscando…
—Ay, sí… Qué lindo es buscar, ¿no? Mi novio y yo buscamos en cada momento que podemos estar solos… vos me entendés… no dejamos escapar ni una sola oportunidad de buscar…
—Sí, claro… cuando uno es joven… ¿Y hace mucho que están buscando?
—No… mejor dicho, sí. Bueno, yo sí pero... es que me costó un poco convencerlo a Carlos… Viste como son los hombres… cuando empezamos a salir él todavía estaba casado y… pero después se separó, ¿eh? Yo le dije que si quería estar conmigo, si quería tener una relación seria conmigo, tenía que separarse. Y si él no quería dejar a su mujer entonces chau, que se quedara con ella. Yo no voy a ser una rompehogares… Yo tengo un sentimiento de hermandad con las mujeres, sonoridad como le dicen ahora.
—SoRoridad, con R.
—Sororidad, eso mismo. Así que al final él dejó a la mujer y se vino a vivir conmigo. A mi departamento, que es un poco chico, pero bueno, el corazón es grande… y cuando termine el divorcio nos vamos a comprar una casa… una casa en un country, así podemos criar muchos chicos. ¿Vos tenés hijos?
—Sí, tengo tres.
—Ay, mirá qué casualidad. Carlos también tiene tres… de su matrimonio, claro. Yo todavía no los conozco, pero me dijo que me los va a presentar pronto. Él los quiere muchísimo, todo el tiempo habla de sus hijos pero los ve tan poco… Es que él trabaja tanto, y ellos ya están en la facultad y también está la ex, viste… cada vez que habla con ella terminan a los gritos… Y los chicos algo de eso deben absorber, los chicos son como esponjas… ¿tus nenes cuántos años tienen?
—La nena veinticuatro, los varones veintidós y diecinueve… Ya no son chicos aunque siempre van a ser mis nenes…
—Ay, ¿pero cuándo empezaste? ¿A los diez? ¿Cómo es que tenés hijos de más de veinte?
—Bueno, gracias, tampoco es tanto… cumplo cuarenta y ocho el mes que viene…
—¡Cuarenta y ocho! ¡Ay, por favor, si yo no te daba más de cuarenta! Decime cómo hacés, mirá el lomazo que tenés ¡y tuviste tres embarazos! Yo tengo veintinueve y ya estoy toda fofa… Pasame tu receta…
—¿Mi receta? Comer sano, correr diez kilómetros todas las mañanas y después hacer gimnasia. Y lo más importante: sacarme a Carlos de encima.
—¿A Carlos? ¿El tuyo también se llama Carlos?
—Sí, nena, se llama Carlos. Es tu jefe, mi ex.
—¿Vos sos la esposa de Carlos?
—Desde hace quince minutos, soy la ex esposa de Carlos. Vine a traerle la sentencia y los papeles para firmar… Justo antes de entrar al baño… Te lo dejé tan limpito como el inodoro este…
—¿Limpito…?
—Sí, chiquita, limpito. Olvidate del country por un tiempo, ¿sabés…? Van a tener que volver a ahorrar un poco para mudarse.
—Pero…
—Ah, y otra cosita… yo que vos no me haría muchas ilusiones de familia... Carlos se hizo la vasectomía después de que nació Juano… ¡No me digas que no te lo contó! Es que yo no me quería cuidar más y como ya teníamos tres… Le insistí y lo convencí… Por eso se entusiasma buscando, sabés… Chau, querida, me encantó hablar con vos pero tengo que volar al juzgado… ¡chaucito!
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